Asturias ante la modernidad
No es Asturias región donde aún hayan enraizado profundamente los ideales modernistas de la nouvelle cuisine, hoy cocina de la modernidad. Lo que no quiere decir que, al menos dentro de la restauración selecta, se ignoren o arrinconen tales proyectos de innovación o no existan inquietudes de adecuación a los nuevos tiempos.
La razón es muy sencilla: el consumidor asturiano, quizá excesivamente aferrado a lo de siempre (que, por conocido, es lo que le ofrece mayor seguridad) desconfía, en cierto modo, de todo aquello que rompa con su esquema de vivencia; por otra parte, el fracaso (o el abuso) de algún que otro innovador inexperto también contribuyó, enmascarando el buen hacer de verdaderos profesionales, a esta primitiva desconfianza.
A finales de los años setenta y comienzo de los ochenta, siguiendo en cierta medida la corriente de la nueva cocina vasca, empiezan a hacerse sensibles en la región los primeros intentos de la modernización coquinaria; intentos a los que no son ajenos los esfuerzos de aquel grupo pionero formadp por Luis Gil Lus, Rafael Secades, Marcelo Antón, Fernando Martín y Ramón Suárez que dio origen a la asociación denominada Fomento de la Cocina Asturiana, que actualmente engloba restaurantes tan señeros como Babilonia, Casa Fermín, Casa Conrado, Casa Consuelo, Casa Gerardo, Víctor, Del Arco, La Goleta, La Gruta, La Serrana, Las Delicias, Marchica, San Félix y Trascorrales (algunos tristemente desaparecidos).
Ese intento de prudente renovación en la cocina asturiana se está detectando día a día en la práctica totalidad de la restauración de elite regional; pudiendo asegurarse que no hay villa o municipio importantes donde no ensamblen, en perfecta armonía, tradición y modernidad.