Navidad y Nochevieja
Todo parece indicar el origen romano de la celebración religioso-festiva de la Navidad o nacimiento de Jesús, concretando este suceso en la noche del 24 al 25 de diciembre, según testimonio unánime de la tradición cristiana.
El antiguo Martirologio romano sitúa la época del nacimiento: «El año cinco mil ciento noventa y nueve de la creación del mundo, cuando en el principio creó Dios el cielo y la tierra... , el año setecientos cincuenta y dos de la fundación de Roma; el año cuarenta y dos del Imperio de Octaviano Augusto, estando en paz todo el orbe...».
El monje griego Dionisio el Exiguo pretendió, como fecha exacta del nacimiento, el año 754 de la fundación de Roma, tiempo que señala el punto de partida de la llamada era cristiana. Como Herodes murió en el 750 y «Jesús no pudo nacer después de la muerte de su primer perseguidor», hay que admitir como fecha más probable la del año 749 0 alguno anterior muy próximo a éste.
Lo cierto, y así consta documentalmente, es que por el año 336 de nuestra era romana se celebraba gozosamente la Navidad. Esto permite suponer una mayor antigüedad a la celebración festiva que algunos remontan al siglo 11 en tiempos del papa Sixto I (132-142) o en los de San Telesforo (142-154). Esta tradición occidental pasó a Oriente hacia el año 375 introducida en Antioquía por San Juan Crisóstomo, para luego extenderse por Alejandría, Constantinopla y Jerusalén.
¿Por qué elegir el 25 de diciembre?
La respuesta hay que entresacarla de las muchas tradiciones paganas. El culto a Mitra, dios indoiranio del sol, fue incorporado a Roma, según cuenta Plutarco, gracias a los piratas cilicianos vencidos por Pompeyo, o quizá más probablemente, debido al reclutamiento de soldados para las legiones en las zonas montañosas del Asia Menor. Roma incorpora a Mitra al elenco de sus divinidades con el apodo de Sol Invictus, celebrando su fiesta con libaciones copiosas, sacrificios solemnes y pomposas ceremonias en los primeros días del invierno.
El cristianismo, en su afán de sustituir las fiestas paganas por otras con carácter cristiano, intenta desplazar el culto a Mitra con un recuerdo de permanencia imperecedera: el nacimiento de Jesús, que San Agustín hace coincidir con el 25 de diciembre, día de culto mitriano. Así, el Sol Invictus es desplazado por el Sol Novus, el preconizado por el profeta Malaquías (orietur vobis sol iustitiae), el Cristo que nace con el solsticio de invierno.