El vinagre de sidra
Los vinagres naturales, también llamados vinagres de calidad, deben proceder de zumos fermentados originarios de las frutas que los contienen. En este caso, el vinagre de sidra ha de proceder de sidras que no se alejen de las condiciones mínimas que la legislación —y el buen gusto— exigen para definir su calidad.
El viejo pensamiento de destinar a vinagre las sidras deterioradas (mala elaboración, picado, acidez láctica...) debe ser rechazado con toda energía.
El vinagre de sidra presenta un color amarillento, densidad entre 1,013 y 1,015 kg/dm3 , aroma propio del ácido acético con tonos que recuerdan a sidra y manzana agria madura y sabor ácido, fresco y muy agradable. En opinión del doctor Meyer-Camberg «supera en mucho al vinagre de vino, puede sustituir a éste en todas sus aplicaciones culinarias y, sobre todo, medicinales».